Archive for noviembre 27, 2006


Diente de Dragón:

Abriendose
cerrandose
labios etéreos inquietos
hablan de un sencillo adiós
vagando entre vigilias inesperadas
y eventos fervientes
allí
el unico
dolor

¿Quién eres más que el infierno para otro?
Sartre y su sátira del horror
un espacio entre dos pensamientos
un vacio silencio entre ambas vertientes
el cielo
el paraiso
un cielo muerto
carente de significado
fauces voraces
dioses mundanos
risas frebriles
En tierra, un arma infalible
alzandose en la disparidad

Una era termina
una era comienza
tratan de revivirla
cinco aves volando
sobre el mar escondido
nace el demonio de los silencio
en medio de la garganta ávida
un adiós.

Más sobre Alicia Carrol:

Capitulo II. Reina de Corazones:

La bruma de la noche se desliza entre la frialdad del silencio de una oscuridad humana. La belleza ecléctica de la luz rota y deforme palpita entre las ramas de los árboles, en los rostros de los paseantes nocturnos que caminan por las calles vacías. Yo, uno de ellos, confundida entre el olor bendito de la humanidad, triste y solitaria, desposeída de verdadera emoción. Observo, pasiva, aguardando el brillo del núcleo de la idea. Cierro los ojos, dejando que mi cuerpo se relaje de la inevitable excitación que surge de la expectativa. Espero un momento perfecto y perdido, en la cruda certeza que simplemente, cualquier certidumbre es imposible en un mundo teñido de imprecisiones.

Ella también camina por la calle oscura. Alta, espigada, un poco desgarbada. El cabello castaño cayéndole sobre los hombros demasiado delgados. Sus ojos oscuros parecen concentrados en una idea críptica, imposible de concebir más allá de la figura aparentemente frágil, de las manos delgadas que aprieta con nerviosismo, de los labios contraídos en una mueca de angustia. Ella, ardiente, levemente decidida, el corazón latiéndole muy rápido, la piel de las mejillas palpitándole por el sonrojo venial que se acumula en ellas. Camina. Nerviosismo, una lenta expiación de su propia y callada resignación. No se detiene por el murmullo del viento, por las voces que viajan encerradas en lenguajes secretos. Ella continua caminando, la voluntad férrea del desesperado llenado el mutismo solemne de su mirada derrotada.

Sus pensamientos desordenados se clavan como agujas en sus ojos cansinos. Sí, este deseo maldito, aterrador, acorralándome. Te necesito, esta avidez terrible, lujuriosa, enajenante que me arroja hacia la desesperación. Ella, el sonido de sus pasos marcando un ritmo lúgubre y casto de un decisión disonante. Las palabras apretadas detrás de los dientes, la garganta temblando por el deseo de gritar la ambición. Pero ella simplemente continúa caminando. Una de los despiadados habitantes de esa oscuridad de monstruos que solo ofrece la razón, donde los engendros de la imaginación son solo voces, una imagen deforme e irreconocible entre miles de pensamientos carentes de sentidos. Esta música, este sonido ambivalente que se desgarra entre los rostros que trato de evocar. La felicidad, la belleza triste de una tarde veraniega, la amplia tozudez de mi necesidad de vivir. Aquí, rota, sola, pero empeñada en recordar la compleja red de pequeñas emociones vitales.

Quiero vivir, deseo vivir…anhelo hacerlo. Esa es la verdad. Camino, aquí, entre los rostros anónimos, deseando la vida más que nada, otra oportunidad que me permita rehacer las formas destruidas por mis manos, los días quemados por el fuego que yo misma encendí. Deseo recorrer las estructuras menores y mayores de la historia que podría tener sentido si yo quisiera dársela. Una mujer, solitaria, huyendo en la noche, sollozando en silencio sin lágrimas visibles. La figura trágica de una mujer que puede extender la mano y obtener de nuevo el prodigio de un día más para comprender, para tratar de descubrir lo que en realidad espera por mí más allá de cualquier milagro aparente, toda búsqueda concisa. Esta vitalidad, esta suprema y enfermiza negativa a la derrota, es incapaz de afrontar mi caminar desordenado hacia esa oscuridad más allá de cualquier explicación. La soledad, sí, calmosa y regordeta, no es más que una idea marginal en mi cerebro. Aprecio esta vida, estas manos, este rostro que se niega a decir quién soy, aprecio esta simple calidez de mi cuerpo sobreponiéndose a mi propia decisión de ausentarme en el olvido. ¿Qué deseo? Camino, sin mirar a nadie, atravesando las calles en la oscuridad para olvidar el escenario iluminado de una vida que no es mía, para romper cualquier lazo con la historia que me une a mi misma. Soy nada más el recuerdo de mi propia epopeya vana, un ser mitológico absurdo nacido de entre las manos de un fatal redentor.

La mujer continúa su camino helado y personal. La miro, tan pequeña y decidida, con su vestido gris que no hace más que hacerla más digna de admiración. Ella no desea proclamar una idea con su cuerpo, su vanidad no es más que una benigna arrogancia. Atraviesa la avenida, apresura aun más el paso, me lleva esfuerzo seguirla ahora. Su sombra se alarga indefinidamente, se abre paso entre el cúmulo de formas que se amplían en si mismas en medio del prisma tornasolado de la noche que avanza. Suspira, se hace gris, se hace nada más que una voz en medio de un coro fatuo. ¿A dónde va? Que decisión la suya…incluso en medio de la uniformidad, de la cabezas anónimas de los paseantes, la veo a ella, fugaz en su trágica insignificancia, tratando de decidir, tratando de buscar sentido a esa desfachatez que la lleva a ignorar el mundo, a arrojarlo a su espalda mientras camina hacia el punto más oscuro de la noche permisiva. ¿No teme a los peligros reales? No a los peligros que imagina que ella cree ver con sus ojos aviesos y los pasos intranquilos, sino el peligro de la blanda carne humana, de la muerte esperando bajo el arma de un desconocido, esa oscuridad remota de la fragilidad de la vida que pende de un hilo. Peligros que yo he olvidado hace tanto tiempo y que ahora recuerdo con súbita claridad. Despótica, se aventura hacia ese negro silencio forjado por una audacia disparatada. ¿Qué busca?. Sigo sus pasos, tratando de ocultarme de sus ojos, de no romper el momento que nos une a ambas, esa curiosidad y esa decisión, la vulgaridad apenas entrevista y que amenaza con romper de un momento a otro la perfección de este silencio. La mujer que camina en la noche, sola y desprotegida y la certidumbre que persigue esa soledad última, somnolienta, quebradiza de un postrero instante.

Me detengo. Observo su silueta diminuta, atravesando las calles sucias, el callejón que la conduce directamente a la vacua respuesta.

Suspiro. Tiemblo un poco. El frío aire de la noche canta con voz apremiante.

Ella se encuentra de pie en la oscuridad. Una mujer sencilla, vestida con un traje corriente, el cabello castaño flotando alrededor de su rostro. Los ojos callados y quietos. Las manos tratando de elevarse, suplicar, pero forzadas a estar inmóviles. Los pies están quietos. La fuerza que la ha traído hasta aquí, hasta ese instante en donde el tiempo se detiene en las posibilidades, espera su recompensa.

Estoy aquí sola. He caminado hasta el lugar donde no hay más voces, ni siquiera las que pueblan mis ojos cerrados y la turbulencia de mi mente desesperada. Podría ahora volver sobre mis pasos y regresar a esa casa de donde escapé, el lugar donde me espera mi vida, los ojos normales, los relojes del mundo que marcan las horas. Allí, podría respirar de nuevo el aire cotidiano, allí podría respirar de nuevo el olor de las cosas y el mundo. Podría esperar el tiempo, podría correr tras los significados. Y esta noche jamás habrá ocurrido. Esta noche no será más que un recuerdo confuso. Esta noche no será más que un suspiro en la cama caliente de mi sueño lento. Podría haber estado aquí en sueños…un solo instante. El cielo, parpadeante de nubes grises y liquidas, aquí. Realmente podría ahora estar soñando con la liberación, estar empapada de sudor bajo las sábanas lentas de una noche cualquiera. Sí, tal vez esto sea solo un sueño. Un sueño la calle sucia, las ramas de los árboles salpicada de noche y viento, la imagen de la mujer de cabello oscuro que ahora cruza como aparición repentina en el lugar donde el tiempo es aun cuantificable y no un instante eterno. Un sueño de la realidad, este espacio donde el significado esta perdido y la esencia rota.

Tal vez sea solo eso.

Mis manos se deslizan por mi vestido. Palpan lentamente los bolsillos hasta encontrar el pequeño objeto perdido entre los pliegues de tela. Lo rescato del tiempo real y lo miro, detenidamente. Una navaja pequeña, de hoja brillante. Él me ha dicho ayer que su hoja es fiel y certera. Él, el hombre, ese suspiro inmediato que me hace sonreír todavía. Me lo imagino durmiendo en la cama que ahora es suya, no nuestra, ajeno al hecho que he abandonado el tiempo, que me encuentro sola en la frontera de los pensamientos. La navaja, el metal bruñido que brilla en medio de la oscuridad. La belleza es casi precaria, en medio de este silencio triste. De pie, yo, la mujer que fui y que ahora sé, ha abandonado el tiempo. Yo, tomando mis manos, poblando mis pensamientos torturados.

No, no deseo más resignación o explicaciones. No deseo más…volver al punto de partida. Este miedo no es suficiente para detenerme ahora. De pie, en medio de la noche, solo soy una pequeña llama que palpita en el fuego simple de la frustración y la desesperación. No hay nada fuera de este tiempo austero sin horas ni minutos. Una hoja en blanco donde la historia no puede avanzar. Y el dolor normal que me trajo aquí, el dolor de día tras día simplemente siendo yo, ha acabado. Necesito la opulencia de creer en milagros tristes…como la hoja de una navaja brillando sobre mi piel. Como la pureza del dolor de mi piel al ser desgarrada. Como el olor nítido de noche mientras percibo el calor del tiempo que abandono derramándose sobre mi piel. La vida es el azar de la búsqueda, donde cada carta simboliza un sentimiento inexacto y voraz. La última carta, la reina de corazones, nada más que una evocación de un viejo cuento infantil. La cabeza cortada por la idea visceral, perdida la brillante certidumbre de ser y sentir en la caída definitiva en la desazón.

Es tan tonto morir así, como una alucinación que desaparece. Tendida en el suelo, en medio de la suciedad de un parque de una ciudad muda, escuchado el ladrido de los perros callejeros y los pasos lentos de la gente de la noche, de los olvidados que aun no saben que me uno a ellos entre la pasividad del silencio. Tendida, mirando la noche corriente, nada en especial en ella. La muerte anodina. Nada más que una mujer tendida en la tierra de un parque de una ciudad cualquiera. Ella, que podría seguir ahora estando en un mundo real de colores bastos y plausibles, yace aquí, sin explicación, en la noche.

Un suspiro. Los ojos cerrados. El púrpura de mis párpados cerrados difuminándose en un pensamiento fugaz.

Ella.

Me acerco al cuerpo abandonado por la historia en este lugar anónimo. La mujer tendida tiene el aspecto de una escultura precisa y frugal. Las manos abiertas, las heridas de las muñecas floreciendo en la piel blanca como una maldición incomprensible. Han transcurrido horas desde el momento en que el viento no escucha su respiración, desde que la llama se extinguió entre los labios entreabiertos. Los ojos cerrados parecen aun guardar pensamientos, pero solo hay vacío. El cabello castaño revolotea entre los rasgos endurecidos por la muerte temprana. Ella, solitaria, un vestigio de si misma.

El reloj del tiempo, roto de nuevo. Una mujer convertida en solo un momentáneo recuerdo.

Camino en la noche. Ella, la mujer, permanece tendida en mis pensamientos. Una respuesta, grisácea y blanca, pura. Una historia abrupta, detenida en medio de la palabra a punto de pronunciarse.

La promesa de belleza y significado rotas de nuevo.

Otra historia perdida en la noche.

El viento me llama por mi nombre.

Un suspiro es la simple respuesta.


El cine Gótico o la vida después de la muerte del concepto único:

El origen del cine gótico se remonta a los comienzos del expresionismo mudo alemán. La primera película que reune los dos géneros es El Gabinete del Doctor Caligari (Das Kabinett des Doktor Caligari), dirigida por Robert Wiene en 1919.

Si bien la escenografía no encuadra dentro del esquema de lo gótico, ya que es netamente surrealista, el film en sí, tanto en su tema como en la atmósfera, introduce los primeros conceptos del horror gótico.

Esta original historia sobre sueños, sonambulismo, locura, amor y maldad nos transporta a un ambiente gótico sin necesidad de valerse de cementerios ni de castillos embrujados.

A pesar de estar también enmarcado dentro del expresionismo mudo alemán, Nosferatu, el vampiro una sinfonía de horror (Nosferatu, Eine Symphonie des Grauens), es un film netamente gótico. Dirigido por F. W. Murnau en 1922 esta película incorpora elementos distintivos del género tanto en su escenografía, clima, actuación y tema, incluyendo el primer vampiro de la historia del cine.

El vampirismo es el tema gótico por excelencia siendo Nosferatu la primera adaptación fílmica no acreditada de la novela Dracula de Bram Stocker.

Max Schreck interpretaba al conde Orlock ya que por razones de derecho de autor no se podía utilizar el nombre de Drácula. Su caracterización era la de un demonio infernal, calvo, con orejas puntiagudas, rostro pálido, dientes afilados y garras. El maquillaje iba sufriendo cambios sutiles a lo largo del film volviendo su aspecto progresivamente más repelente. En muchas escenas de ataque y depredación su larga y grotesca sombra lo predecía como si se tratara de una profecía maligna.

Murnau filmó gran parte en exteriores, en pueblos reales y castillos auténticos, dándole al film una idea más de realismo que la mayoría de las producciones alemanas hechas en estudio. Contiene el expresionismo de ese período, pero es un expresionismo dibujado por la naturaleza en vez de armado artificialmente.

La película es al mismo tiempo aterradora y ricamente romántica siendo considerada una de las mejores expresiones del género vampírico.

El gótico llega a América en el año 1925 con el film mudo producido por la Universal El Fantasma de la Ópera(The Phantom of the Opera) dirigida por Rupert Julian. La acción transcurre en el teatro de la Ópera de París que ha sido construído sobre catacumbas medievales. Allí se desarrolla esta historia de amor tortuoso y no correspondido. El Fantasma, un ser desfigurado y misterioso oculto tras una máscara, está enamorado de Christine Daae, una cantante suplente, por quien hará todo lo posible para llevarla al puesto de prima donna.

La película hace uso expresivo de luces y sombras, creando una atmósfera inquietante .Esto se refleja en la escenografía que abunda en caracteres góticos tanto en la Ópera como en las catacumbas que se encuentran debajo; dando la sensación de dos niveles: el de arriba, el teatro, donde el Fantasma aparece sólo como una sombra y el de abajo, las salas de tortura, donde el Fantasma es una presencia real plena de poder. Lo cual hace pensar en dos planos: el consciente o diurno y el inconsciente o nocturno que subyace bajo el primero.

Lon Chaney interpreta el papel del Fantasma dirigiéndose a sí mismo en algunas escenas y utilizando un maquillaje de su creación para desfigurarse el rostro. Esto sumado a su genial pantomima le ayudaría a crear el Fantasma mas extraño y horrible de todos.

El gótico de la universal

Ya dentro del cine sonoro, en el año 1931 la productora Universal lleva a la pantalla su versión de Dracula dirigida por Tod Browning. El personaje del Conde es interpretado por Bela Lugosi cuya caracterización será recordada como la del «Drácula clásico». Lugosi vestido en un elegante traje victoriano y con una capa de satén negro y rojo, estaba más cerca de un aristócrata misterioso y fascinante, que de un monstruo sediento de sangre. Su lenguaje es un lenguaje de miradas y sonrisas, exenta de colmillos, en donde la maldad se capta de una simple alteración de sus rasgos faciales. Su personificación ha sido copiada por muchos pero nunca igualada. Es más, hasta el mismo vivió los últimos años de su vida en el mundo de fantasía de sus films, hasta que finalmente fue enterrado con su capa de Drácula.

El film en realidad está basado en la obra teatral del mismo nombre que era interpretada por Bela Lugosi, quien le rogó al director de la Universal, Carl Laemmle, que le dejara el papel protagónico. El estudio quería a Lon Chaney, quien ya había interpretado a un falso vampiro en London After Midnight (1927), pero murió antes de que la producción se pusiera en marcha.

Del mismo modo que en la novela de Stocker la película está dividida en dos partes: en la primera, Drácula aparece como amo y señor de su mundo: un universo extraño, donde las criptas cubiertas con telarañas, se alternan con lóbregas escalinatas, encontrando su máxima expresión en la cuidada fotografía en blanco y negro (Karl Freund) del hermoso y siniestro castillo gótico; acentuando el lado romántico de la narración; en la segunda, el Conde Drácula instala su anormalidad en la convencional sociedad londinense. El impacto que había provocado el mundo malsano del comienzo se desvanece cuando la acción se traslada a Inglaterra. Drácula traslada su persona pero no su mundo.

La sordidez impuesta, se verá potenciada por la casi ausencia de contenido musical (no olvidemos que este es el primer film de terror sonoro). Al no existir todavía el concepto de música cinematográfica, la banda de sonido esta especialmente cuidada, dejando con ello que los sonidos ambientales potencien el entramado sonoro: sirenas de barcos, gritos de horror, aullidos de lobos, etc.

El tema de una mujer vampiro ha sido tocado anteriormente en el film de Carl Dreyer Vampyr (1931-1932) que estaba sutilmente basado en la novela Carmilla de Sheridan Le Fanu. Este fue uno de los films de vampiros más extraños y menos reconocidos. Se encuentra a mitad de camino entre el cine mudo y el sonoro, ya que ha pesar de estar sonorizado continua usando la técnica de carteles explicativos típicos del período mudo.

La acción transcurre en un clima onírico e irreal, en parte gracias a la fotografía de Rudolph Mate que filmó solamente al anochecer y al amanecer utilizando una lente de gasa.

Vampyr no funciona mediante los típicos standards del horror tale como la sensación de shock o las acciones físicas, deja mucho mas librado a la imaginación y a la participación mental de la audiencia que ninguna otra película de terror. La escena que aún hoy es la más espeluznante es cuando la cámara reemplaza la posición del actor en el ataúd, permitiéndole al espectador la inconfortable sensación de que también ha sido atrapado vivo dentro del cajón.

Poco después del Drácula de Tod Browning, otra novela gótica clásica fue hecha por la Universal. El film de James Whale de 1931 Frankenstein (también conocido como Frankenstein, the Man Who Made the Monster) fue una versión simplificada de la muy compleja y filosófica novela de Mary Shelley. El papel del monstruo le fue ofrecido a Bela Lugosi quien lo rechazó porque pensaba que sus dotes como actor no se reflejarían tras la excesiva cantidad de maquillaje. El rol recayó entonces sobre Boris Karloff quién gracias a este papel heredaría el reinado del horror que hasta ese momento le pertenecía a Bela Lugosi.

El maquillaje del monstruo fue diseñado por Jack Pierce. Varias capas de gasa y sustancias tóxicas se usaron para crear la apariencia única de la criatura mediante un método doloroso que llevaba mas de cuatro horas diarias de aplicación.

Las dos grandes pasiones de James Whale eran evidentemente la pintura y el expresionismo alemán. Esto se ve reflejado en los decorados expresivos, con sus cielos constantemente brumosos, en los encuadres geométricos, en la interpretación de los actores, en la contrastante iluminación en blanco y negro y en una puesta en escena creada con un concepto netamente pictórico.

El gótico actual

Tras estas dos décadas de esplendor, el horror gótico ha sido gradualmente reemplazado por otros subgéneros como el Gore. Muy pocas películas se realizaron en los años posteriores. En 1979 se filmaron las remakes de dos clásicos: Nosferatu y Dracula.

Nosferatu (Nosferatu, Phantom der Nacht / Nosferatu, the Vampyre / Nosferatu, the Phantom of the Night) fue escrita, producida y dirigida por el alemán Werner Herzog. Esta remake en color mantiene la calidad y la oscura estética del original. Klaus Kinski es adecuadamente maquillado para verse como el Conde Orlock de Max Schreck, logrando una interpretación memorable. Este film está muy lejos del estilo comercial de Hollywood, siendo una verdadera obra de arte dentro del horror contemporáneo que debe ser tomada muy en serio, mucho más que Dracula de John Badham. Esta versión es aterradoramente teatral, protagonizada por Frank Langella como un héroe trágico y romántico con una hipnótica mirada de fuego y una voz profunda que induce al trance. La mayor crítica que se le hace a esta película es la falta de colmillos y de sangre, e intentar comparar la actuación de Frank Langella con las clásicas de Bela Lugosi y Christopher Lee.

Dentro del variado panorama del cine de horror en los años ’80, abundante en parodias, comedias y espectaculares efectos especiales, sólo podemos destacar dentro del subgénero que nos importa el film británico del año 1986 Gothic dirigido por Ken Russell. La película trata sobre los hechos acontecidos una noche de Junio de 1816 en la residencia suiza de Lord Byron, en la que se encontraban reunidos Mary Shelley, su esposo Percy y el Dr. John Polidori. Bajo el efecto de drogas y alcohol se dedicaron a relatar historias de fantasmas entre las que surgieron Frankenstein de Mary Shelley y El Vampiro de John Polidori. El film transcurre dentro de un clima gótico-alucinatorio con una cuidada fotografía y puesta en escena.

El único autor moderno que incursionó con continuidad dentro del género gótico es Tim Burton quien reflejó todo su mundo oscuro y fantástico en sus posteriores realizaciones. Basándose en una idea propia concibió El Joven Manos de Tijera (Edward Scissorhands – 1990). Esta es una surrealista y hermosa variación del mito de Frankenstein que bajo la inocente apariencia de un cuento de hadas se esconde un sustrato mucho más retorcido y perverso. Edward (Johnny Deep) es la creación de un científico anciano interpretado por Vincent Price, en una póstuma y breve aparición, quién muere antes de finalizarla, dejándole en lugar de manos filosas tijeras. El Joven Manos de Tijera queda así sólo, aislado en su castillo gótico del cual es arrancado y llevado a convivir con una familia en un pueblo típico americano. Allí descubrirá que sus manos le impiden acercarse a todo aquello que lo atrae, destrozando todo lo que toca.

Burton tenía en producción la que sería su última película en el género: El Extraño Mundo de Jack (Nightmare Before Christmas – 1994). A pesar de ser un típico film burtoriano la dirección la llevo a cabo Henry Selick, utilizando la antigua técnica de animación cuadro por cuadro o stop motion. El film es cercano a una ópera dónde la banda sonora tiene una importancia fundamental. El guión se basa en un poema de Tim Burton, por lo tanto los personajes tienen las características de su mundo: son seres solitarios que intentan cambiar su realidad moviéndose entre escenografías que remiten al expresionismo alemán. Jack es un esqueleto, rey de la tierra de Halloween, un solitario depresivo, aburrido de la rutina de asustar a la gente, quién decide secuestrar a Santa Claus para realizar una navidad a su propio modSin duda la película gótica más importante de esta época es la versión de Francis Ford Coppola de Bram Stocker’s Dracula (1992). Ya desde el título prometía ser la lectura cinematográfica más fiel a la novela, cosa que se cumple en parte, ya que se exagera el lado romántico de la misma. Tanto en la trama como en su desarrollo, la película conserva la estructura de la novela, pero la diferencia está dada en el tratamiento que hace de los personajes y de la historia. Aquí los personajes son ambiguos, lo cual nos hace pensar en una nueva clase de héroe/antihéroe gótico, ya que Drácula es el malo que goza con el mal por despecho y venganza, y al mismo tiempo es el bueno que sufre por amor. Esta dualidad también está dada en el personaje de Van Helsing (Anthony Hopkins), distanciándolo del clásico de Peter Cushing, porque al estar tan obsesionado por el mal llega a parecer él mismo el malo de la película. La historia trata sobre el Príncipe Vlad, guerrero medieval, que por su romántica desesperación se transforma en un monstruo, y que gracias a la supervivencia del amor durante cuatro siglos retoma su condición humana. Gary Oldman personifica a un Drácula inédito que sufre todo tipo de transformaciones físicas. Utiliza su apariencia monstruosa para atacar a sus víctimas y deja su forma humana para seducir a Mina (Winona Ryder), alejándose del modelo impuesto por Bela Lugosi y Christopher Lee que eran siempre humanos. En realidad la película refleja la suma de setenta años de Drácula en el cine, homenajeando todos los recursos que se fueron utilizando durante todo ese tiempo.

Francis Ford Coppola anunció que tenía intenciones de realizar una versión definitiva de la novela de Mary Shelley: Frankenstein. Al final sólo terminó coproduciendo Frankenstein de Mary Shelley (Mary Shelley`s Frankenstein – 1994). La dirección recayó en Kenneth Branagh, actor y director de versiones cinematográficas de William Shakespeare. Branagh también asumió el rol protagónico de un Victor Frankenstein narcisista y obsesivo, con ciertos aspectos mucho más cercanos al modelo literario que al arquetipo representado por Peter Cushing. Para interpretar al monstruo se eligió a un actor con peso dramático como es Robert De Niro. Su criatura de Frankenstein es como un niño rechazado, que quiere amor, que lo valoren y no logra conseguirlo. Es un personaje ambiguo, por momentos terrorífico y vengativo y por momentos demuestra una ternura casi infantil.

La película es un gótico cuento de horror oscuro, pero que describe de manera conmovedora las relaciones humanas entre los personajes.

Otra pieza de horror neogótico es El Cuervo (The Crow – Alex Proyas – 1994), que lo tiene todo para convertirse en una película de culto. Su protagonista Brandon Lee muere en un accidente durante el rodaje y para finalizar el film se utilizaron imágenes generadas por computadora, paradójicamente el personaje que interpreta, Eric Draven, vuelve de la muerte guiado por un cuervo para vengar el asesinato de su novia y el suyo propio. Aquí se presenta otra vez el nuevo héroe/antihéroe gótico convertido en un ángel de la muerte, movido por la venganza, que valiéndose del maquillaje acentúa sus facciones demoníacas. Su móvil es al igual que en Drácula, el dolor por la muerte de un ser querido que lo lleva a querer corregir lo incorregible.

El clima de todo el film es opresivo, en ningún momento deja de llover, dándole principal importancia a lo oscuro, lo nocturno y lo oculto. En 1996 se filmó una continuación llamada El Cuervo II: Ciudad de Ángeles» (The Crow II: City of Angels – Tim Pope).

La última gran película gótica es la versión fílmica de la novela de Anne Rice Entrevista con el Vampiro (Interview with the Vampire – Neil Jordan – 1994). La historia esta narrada desde el punto de vista del vampiro y no de sus víctimas, ya que es Louis quién dos siglos más tarde de haberse convertido en vampiro, decide relatar su triste y sensual historia de vicio, terror, placer, dolor, deseo, éxtasis y amor, a un joven reportero (Christian Slater).

A pesar de los cambios surgidos por el paso del tiempo, el gótico se mantiene vigente. Hay espectadores que prefieren las películas del período clásico a las actuales, pero lo cierto es que el género ha sido siempre el mismo que ha ido evolucionando, pero manteniendo vivo su espíritu, que despierta nuestro lado más oscuro y melancólico.
Las Sombras y Demonios del Cine

Penumbras, ambientes oníricos, castillos desolados, cementerios con estatuas destruidas y, sobre todo, seres espectrales, entre los que destaca como símbolo la figura demoniaca, misteriosa, pero a la vez inevitablemente atrayente del vampiro, son los elementos que en mayor o menor cantidad han estado presente en lo que se ha denominado cine gótico, cuya trayectoria desde los tiempos del cinema mudo hasta hoy, ha captado miles de seguidores en el mundo, transformándose así en todo un objeto de culto.

El nombre gótico lo toma de la corriente artística surgida alrededor del siglo XV, traspasada al mundo cristiano por los bárbaros godos, que se caracteriza por una arquitectura de formas lineales y estilizadas en un intento por alcanzar el cielo y así unir lo terrenal con lo divino, representando la visión que la iglesia medieval tenía de una ciudad celestial.

Este pensamiento también abarca las otras ramas del arte como la pintura y la escultura, donde se recrean temas profanos, y su concepto es usado para denominar una corriente literaria surgida a fines del siglo XVIII, que explota el tema de la muerte como destino inevitable, que al tiempo que alberga a las criaturas más oscuras y temibles, ejerce un poder de atracción inexplicable en el hombre, inmerso en un ambiente en que la ensoñación y lo real se confunden en la soledad de la noche.

En la actualidad, el gótico se ha transformado en toda una corriente y para algunos un estilo de vida, que se confunde con otras tendencias como el dark y el vampirismo, cuyos seguidores se basan tanto en sus comienzos medievales, como en sus manifestaciones más modernas.
Símbolos Góticos

La concepción gótica es llevada al cine en su estética y temática, desde el nacimiento de éste y se caracteriza por recrear atmósferas tétricas y enrarecidas, en que las arquitectura y paisajes, llenos de formas con bordes difuminados, y la poca iluminación, capturan las sombras más escalofriantes y crean una sensación indescifrable de irrealidad.

Los primeros pasos del cine gótico se remontan a los comienzos del expresionismo alemán, donde la primera película que marca la pauta para una configuración de lo que después se consideraría horror gótico es El gabinete del doctor Caligari, dirigida por Robert Wiene en 1919.

El vampirismo, tema gótico por excelencia, llega al cine mudo alemán con la adaptación no acreditada de la novela de Bram Stocker, Nosferatu, el vampiro (F. W. Murnau- 1922). El film, considerado la máxima expresión del género vampírico, narra la historia de misteriosas muertes en un pueblo atribuidas a la peste negra, pero que en realidad son causadas por el conde Orlock (interpretado por Max Schreck), que impulsado por su sed de sangre sale de su castillo y recorre distancias en barco, para llegar a este lugar donde podrá conocer y poseer a una mujer cuyo retrato lo ha cautivado.

El influjo que tiene sobre la joven mujer y su sentimiento hacia ella, tanto como los paisajes naturales y desolados, hacen que en Nosferatu, se atisben rasgos del género romántico, cosa que también sucede en la literatura gótica. Caracterizan a esta película, las grandes sombras que anteceden al demoniaco conde cuando se acerca a sus víctimas, siendo el instante que más representativo, la clásica escena en que este vampiro calvo, de orejas puntiagudas y dientes afilados, entra silenciosamente al cuarto de su amada para morder su blanco cuello y beber su sangre, mientras, sin darse, cuenta es sorprendido fatalmente por el sol de la mañana.

Con El fantasma de la ópera, dirigida por Rupert Julián, Estados Unidos da su primer paso en el cine gótico en 1925 a cargo de los estudios Universal. Conocida es la historia de amor tortuoso y no correspondido de un hombre que debido a su rostro desfigurado por el fuego, se esconde en las catacumbas medievales ocultas debajo de un teatro de ópera gótico, de las cuales sólo sale cubierto por una máscara para ver cantar a Chrstine Daae, de quien está tristemente enamorado.

Ya en tiempos de cine sonoro, la Universal lleva a la pantalla Drácula (Tod Browing- 1931); en la adaptación de la novela de Stocker, Bela Lugosi hace la interpretación más recordada del estereotipado conde de elegantes estilo y larga capa negra de revés rojo. El éxito de la película marcó la pauta para una seguidilla de películas de terror en los años ’30, como La hija de Drácula, dirigida por Lambert Hillyer en 1936.

Otro célebre personaje literario es llevado al cine en esta década, Franskenstein, creado por la escritora Mary Shelley en una lluviosa noche de 1816, en que en una velada en el castillo suizo de Lord Byron, junto al poeta Percy Bysshe Shelley (su marido) y a otros intelectuales, aceptó el desafío de escribir la más escalofriante historia de terror.

En la versión de 1931 de la Universal, dirigida por James Whale, el infeliz monstruo es interpretado por otro icono del cine de horror, Boris Karloff, cuya personificación y maquillaje, forjaron la imagen más representativa del triste personaje de Shelley.

Últimas manifestaciones del Cine Gótico

Luego de este período de esplendor del horror gótico, éste género

fue decayendo ante el surgimiento de subgéneros como el gore y el splatter. Pero aún así, hay películas que se destacan, como el remake de Nosferatu, escrita, producida y dirigida por el alemán Werner Herzog en 1979, y protagonizada por Klaus Kinski, quien realiza una magistral interpretación del conde Orlock.

También sobresale el interesante film de 1986 Gótico (Ken Russel), que en un ambiente onírico que impregna las noches de tormenta y los paisajes naturales enmarcados por oscuros días, cuenta lo sucedido en la célebre reunión literaria de junio de 1916, de la que salió Frankenstein de Mary Shelley y El vampiro de John Polidori, y los acontecimientos desastados a partir de aquella velada.

Con de la década de los noventa resurge la temática del vampirismo con Subespecies (Ted Nicolaou-1991), pero el impulso definitivo lo da Drácula de Bram Stocker, dirigida por Francis Ford Coppola en 1992, que es la que mejor representa el espíritu de la novela escrita por el irlandés en 1897.

En 1994, Robert de Niro interpreta al monstruo de Franskenstein (Kenneth Branagh), ya sin el aspecto rígido clásico, explota la dualidad del personaje, que va desde la venganza y la agresividad hasta una ternura casi infantil.

Del mismo año es el film más representativo de lo que se ha denominado horror neogótico, El Cuervo, dirigida por Alex Proyas y protagonizada por Brandon Lee, quien accidentalmente murió por un disparo recibido mientras se rodaba la película. En ésta se recrean los elementos puros góticos, pero en un escenario moderno, el antihéroe que renace de las tinieblas para vengar la muerte de su novia y la de él, reemplaza las estilizadas catedrales por los altos edificios de la ciudad.

La versión fílmica de la novela de Anne Rice, Entrevista con el vampiro (Neil Jordan-1994), agrega el elemento de ambigüedad sexual entre hombres, que es representada en la relación entre Louis (Brad Pitt) y Lestat (Tom Cruise), el primero como creación y el segundo como el que lo salvó de la muerte y lo engendró como vampiro, y en la atracción que siente Armand (Antonio Banderas) por Louis.

La nostalgia de Louis por su vida mortal y la impotencia de Claudia (Kirsten Dunst), la pequeña vampira que él convirtió, por no poder crecer y concretar su amor por Louis, le da a la película un acento romántico, que se agrega a su marcada atmósfera de sensualidad, propio de la concepción gótica con reminiscencias victorianas de la obra original.